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31/08/2015

La crónica de Rafael Rodríguez

Se abría el telón en Nervión. Muchas ganas y mucha ilusión, colgándose el anhelado y clásico cartel de “no hay billetesâ€. No era para menos: recién proclamados tetracampeones de Europa, fichajes de renombre en verano y una remodelación estética del estadio, pendiente de estreno por parte de la afición. Tras el empate en Málaga, el Atlético de Madrid era el rival a batir.

Sorprende la titularidad del recién llegado Llorente y la ausencia en la convocatoria de Immobile. El técnico vasco nos tiene acostumbrado a estas sorpresas antes de los partidos. Hay que quererlo así.

El Sevilla empieza fuerte, atacando, pero con el paso de los minutos queda claro que ambos equipos se respetan, se conocen a la perfección a nivel táctico y que se precisará de eficacia atacante, mucha paciencia y de rigor defensivo para sacar algo positivo. Se intercambian golpes, aparecen ocasiones en una y otra área pero será el equipo madrileño el que en una falta de contundencia defensiva sevillista, marca el primer gol. Una pena, por cuanto minutos antes pudimos adelantarnos en el marcador. De esta manera, con nuestro equipo achuchando, finaliza el primer tiempo.

La segunda parte se inicia con una decisión arbitral que pudo condicionar el partido, pues el ariete francés Griezmann debió ser expulsado, tras merecer la segunda tarjeta amarilla. Pero los árbitros en España no muestran señales de cambio. En este sentido, y sin querer justificar el resultado a través del colegiado, existieron jugadas polémicas en el área del atlético que merecieron ser señaladas como penalti.

El Sevilla aumenta el brío en el juego y pone contra las cuerdas al rival, pero el gol no llega. Con bastante suerte, el equipo colchonero mete el segundo gol. Todo se hace más cuesta arriba, y con el tercer gol, la sensación de cierta incredulidad además de un gran cabreo, nos sorprende en la grada. El equipo rival, con un fútbol rácano y demasiado efectivo, logra un marcador de ensueño.

Duro revés en nuestro estreno en casa. Ahora aparecen dos semanas de trabajo y reflexión, donde, sin ser alarmistas, hay que preocuparse por la falta de gol en estas dos jornadas y el rigor defensivo mostrado. Los debates, que ya estaban en la calle, se intensifican, y entre ellos, el de la portería. Las derrotas siempre llevan a este tipo de situaciones.

Confiemos en nuestros técnicos, confiemos en su sapiencia y en su buen hacer habitual, para que en breve, esta sensación agridulce del arranque de temporada se torne, través de goles y buen juego, en alegría en Nervión.

¡Viva el Sevilla Fútbol Club!

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